ANÁLISIS Catamarca: la polémica por la creación de la policía infantil
Una mirada local del debate que disparó la convocatoria a una policía infantil
ANDAR en Catamarca
(Catamarca contra la Tortura) A decir verdad, la sensación que tenemos es que la polémica se da más bien por la repercusión nacional de esta iniciativa. Acá, en Catamarca, la mayoría de la población parece estar de acuerdo con esta decisión que tomó de manera unilateral y sin consultar con ninguna autoridad política el jefe de Policía Julio César Gutiérrez.
Ahora bien, para comprender mejor “la polémica” resulta conveniente analizar esta decisión en el contexto y la realidad catamarqueña. En particular me interesa analizar la realidad de nuestros adolescentes y jóvenes hoy y, a su vez, lo que ocurre con la institución policial y su vínculo con las autoridades políticas.
[pullquote]la mayoría de la población parece estar de acuerdo con esta decisión que tomó de manera unilateral el jefe de Policía[/pullquote]
En primer lugar Catamarca tiene altísimos índices de pobreza y desocupación que afectan principalmente a los jóvenes. Aunque estos números se dibujen o intenten disimularse, ni la renta minera ni los grandes desembolsos nacionales de la renta sojera llegan a la mesa de nuestras familias históricamente excluidas. Nuestras niñas, niños, adolescentes y jóvenes crecen rápidamente sin grandes perspectivas de un futuro mejor.
En cuanto al trabajo, se sabe, Catamarca sigue siendo una provincia cuya organización social es de tipo feudal, es decir, dominada por un puñado de familias vinculadas al poder político y económico que restringe el acceso a los derechos básicos a la gran mayoría de la población. Es sabido que si no tenés algún contacto conocido o te convertís en puntero político, difícilmente puedas acceder a un empleo digno. La iniciativa privada es casi nula, y la que existe, genera sus ganancias con los negociados y contratos con el Estado, cerrando así el círculo de la apropiación de la riqueza en pocas manos.
[pullquote]Catamarca tiene altísimos índices de pobreza y desocupación que afectan principalmente a los jóvenes[/pullquote]
Así las cosas, la perspectiva de futuro y desarrollo de nuestros jóvenes es cierra, lo que significa que no sólo hay precariedad y violencia sobre los cuerpos, sino principalmente sobre las almas. Nuestros jóvenes no tienen esperanza. La contracara de esto es el enorme índice de suicidios que tiene la provincia, superando ampliamente la media nacional. A su vez, esta violencia contra sí mismos, se manifiesta también en el consumo de estupefacientes y alcohol, lo que profundiza la exclusión y la marginación.
Por supuesto, esta violencia puede volcarse hacia otros. Las riñas y enfrentamientos callejeros así como los arrebatos, robos y conflictos familiares son moneda corriente en nuestras barriadas y zonas periféricas de la ciudad.
Ante esta situación y la nula intervención del Estado provincial con políticas de prevención, contención, promoción y garantía de derechos, la receta que se aplica de parte de las autoridades es conocida: más exclusión, control social y represión. Para ello, se otorga una virtual “carta blanca” para que la policía controle “como sea” a estos jóvenes “incivilizados”, “violentos”, “inadaptados”. Duele ver de cerca esta realidad. Duele constatar que antes del golpe policial, hubo diversas y múltiples violencias sobre las almas y los cuerpos de los pibes. Sobre todo, sobre sus sueños.
La iniciativa del Jefe de Policía se enmarca en una coyuntura crítica para la fuerza. Habiendo una ya indisimulable fractura con el Ministro de Seguridad y atravesada de denuncias por casos de gatillo fácil (Andalgalá, diciembre 2015) torturas con golpes y hasta aplicación de picana eléctrica (el caso de las artesanas en mayo de 2015 es el más emblemático), apremios y detenciones arbitrarias casi cotidianas, y muertes en comisarías (caso Roldán en la comisaría décima hace menos de dos semanas), esta iniciativa sobre la Policía Infantil está dando su resultado: lavarle la cara a una institución cuya imagen está por el suelo.
Y decimos que está dando resultado porque acá en Catamarca, ante ausencia absoluta del Estado con políticas públicas para los jóvenes pobres y marginados, el jefe de Policía aparece como el salvador de esta “juventud perdida”.
[pullquote]ante ausencia absoluta del Estado con políticas públicas para los jóvenes aparece la de la policía[/pullquote]
Por supuesto, esta medida demagógica, es un manotazo de ahogado, que sólo busca revertir la pésima imagen que está quedando de su gestión al frente de la policía de Catamarca. El tiempo dirá hasta cuando el Gobierno Provincial sostendrá en la jefatura de Policía a una persona que más allá de realizar una defensa corporativa de sus miembros, no sólo no dialoga con el ministerio de seguridad, sino que ni siquiera, tiene en cuenta la voz de los vecinos que imploran por una seguridad en serio.
Hasta ahora, lamentablemente, como pueblo, sólo tuvimos el silencio de la gobernadora Lucía Corpacci, la demagogia punitivista de parte del ministro de Seguridad Marcos Dennet con medidas que incrementan la presencia policial en las calles y por ende su poder de control y represión; y finalmente de parte del Jefe de Policía Julio César Gutiérrez, nula autocritica, ninguna disposición al diálogo y por consiguiente autogobierno de las fuerzas represivas del estado que lo único que logran es mayor nivel de violencia y conflictividad social con un incremento inusitado de la brutalidad policial que impacta negativamente en todo el espectro social.