BALANCE DE LOS REGIONALES DE JÓVENES Y MEMORIA Pasado y presente: política de memoria y agenda en derechos humanos
Chascomús, La Matanza, San Martín, Mar del Plata, Bahía Blanca: 1246 kilómetros, más de 1.500 estudiantes y 400 docentes; estos son algunos de los números de la última semana de encuentros regionales del programa Jóvenes y Memoria. Como cada año, estos espacios de reflexión consolidan una propuesta pedagógica que suma voces, ideas y voluntades.
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(Agencia – CPM) Martes 14, 9:20 horas. Escuela nº 17 de La Matanza. La directora del Programa Jóvenes y Memoria de la CPM, María Elena Saraví habla frente a 200 alumnos; detrás de ella, un mural sobre la Noche de los Lápices reza: “Construyendo el país que soñaron”. Saraví dice: “Cada regional nos brinda la posibilidad de encontrarnos con otros, de pensar juntos, de generar nuevos conocimientos”. Dos días después, en San Martín, la vicedirectora de la Escuela Técnica nº 1 dependiente de la UNSAM, afirmó que “compartir nuestras experiencias y problemas con otros establecimientos educativos, nos hace crecer como institución y como docentes”.
Hay un lema que, a fuerza de repetirlo, no pierde vigencia: “Jóvenes y Memoria lo hacemos entre todos”. Este año, bajo el eje temático “desafíos por la igualdad”, escuelas y organizaciones sociales y de derechos humanos presentaron 970 proyectos con la participación de 15.000 jóvenes. Un sumario del programa puede dar cuenta de la heterogeneidad y complejidad de los temas de investigación: violencias, identidad, dictadura, memoria.
Recuperar las experiencias del pasado para consolidar la política de memoria o visibilizar las demandas y problemáticas que constituyen la agenda actual de derechos humanos; cada proyecto define un posicionamiento ético y aporta al desafío de construir una sociedad más democrática y justa.
“El Programa es un espacio de participación política de los jóvenes porque es una oportunidad para que se involucren con su realidad y la de su comunidad, tanto cuando investigan la historia como cuando indagan sobre sus problemas actuales. En esta interacción pasado-presente desde sus propias preguntas e intereses se pone en juego su propio lugar en la historia, y los invita a actuar”, sostuvo la Directora de la CPM, Sandra Raggio.
En ese desafío, las escuelas deben constituirse como espacios para la participación y la reflexión crítica; como mencionó Vanesa, docente de la Escuela Secundaria de Punta Indio: “Hay que incluir las problemáticas sociales y territoriales de los jóvenes en la currícula, los docentes tenemos que acercar la escuela a la vida de los alumnos”. En la misma línea, Mara y Yanina, profesoras de la Escuela Secundaria nº 17, consideran que “recuperar el anclaje territorial de las escuelas es recuperar el rol de la escuela pública con la comunidad”.
Jóvenes pensando el futuro
Desde el martes 16 de junio se vienen realizando encuentros regionales en toda la provincia; este viernes se desarrolló en Bahía Blanca el decimoquinto encuentro de los 17 programados en esta etapa de trabajo; con la mayoría del camino recorrido, la directora del programa de Jóvenes y Memoria, María Elena Saraví señala que “el intercambio que se dio en estos encuentros fue muy enriquecedor y potenció el entusiasmo de los jóvenes y a los docentes por el programa; estamos muy conformes con la cantidad de equipos que han participado, la calidad de los proyectos y la diversidad de temas”.
Las problemáticas que expresan los jóvenes hacen referencia a la agenda actual de derechos humanos, recogiendo las deudas sociales que todavía no han sido reparadas. En ese marco, se inscribe la investigación de la Escuela Secundaria nº 24 de Loma Hermosa que está trabajando la “reconstrucción histórica e identidad de Costa Esperanza”; Jonatan es estudiante de dicha escuela y cuenta que “el barrio surgió como un asentamiento en terrenos fiscales y, a partir de la organización de los vecinos, comenzó a urbanizarse. Hoy, muchos vecinos están realizando trámites para regularizar la titularidad de los terrenos, pero todavía falta mucho para hacer del barrio un hábitat digno que respete la integridad de los vecinos”.
El anclaje territorial de las escuelas define en muchos casos la investigación, especialmente en aquellos casos en que son los mismos jóvenes los que constatan la permanente situación de vulneración de derechos: “Nosotros tenemos la Gendarmería desde 2003 en el barrio y nos persiguen, nos golpean”, dicen los alumnos de la ES nº 7 de Ciudadela (Fuerte Apache). Eduardo es estudiante de la ES nº 53 de Villegas y junto a sus compañeros están problematizando las estrategias de “empoderamiento de derechos de los jóvenes en Puerta de Hierro ante las múltiples violencias y la estigmatización”.
En una pared de la Escuela Técnica nº 1 de San Martín, hay colgado un afiche que tiene el siguiente mensaje: “Dime si hay dolor tan grande como un funeral sin muerte”. Desde la vuelta a la democracia, las luchas de las organizaciones de derechos humanos han tenido un efecto reparador y han consolidado una política de memoria que promueve los valores de verdad y justicia.
El Colegio del Parque está investigando el secuestro y desaparición de tres monjas francesas que hacían trabajo social, Irina es estudiante del establecimiento educativo y sostiene que “recordar esas mujeres es un forma de recuperar el proyecto humano de esa militancia de base”.
“Los combatientes de Malvinas también son víctimas de la dictadura militar”, aclara Micaela de la Escuela de Arte y Teatro. “Durante muchos años, gran parte de la sociedad se olvidó de ellos; no olvidarlos también es hacer justicia”, cerró.
Después de las vacaciones, se realizarán en Moreno y Punta Indio los últimos regionales planificados en esta etapa del programa. Como cada encuentro regional, la propuesta es brindar un espacio para que los estudiantes se conozcan, compartan y reflexionen sobre sus proyectos de investigación y, al mismo tiempo, consolidar un ámbito para pensar y discutir el rol de la escuela y de los jóvenes como sujetos de derecho: “Es mentira que los jóvenes son apáticos y conflictivos, nosotros queremos mostrar que participamos, que somos sujetos políticos y trabajamos para el bienestar de la comunidad”, dice Waldemar, estudiante de la Escuela Secundaria nº 31 de Casanova. Micaela agrega: “Tenemos el deber de cambiar lo que otras generaciones no pudieron”.
Esa última referencia, se inscribe en el desafío que todos los años se impone el programa Jóvenes y Memoria: problematizar el presente para construir nuevas expectativas de futuro.