DESECHOS INDUSTRIALES Y DESTRUCCIÓN DE BOSQUES NATIVOS Y HUMEDALES Vecinos de Ramallo contra la “pampeanización del Paraná”
Desde la Asociación Unidos por la Vida y el Medio Ambiente (UPVA) despliegan distintas estrategias –judiciales, legislativas y de presión social- para frenar el progresivo deterioro del sistema de humedales del Río Paraná.
ANDAR en Ramallo
(Agencia) La localidad de Ramallo, situada en el extremo norte bonaerense sobre uno de los márgenes del Río Paraná, está rodeada por un sistema macroecológico que contiene humedales, bosques nativos –especialmente de espinillos y talar de barranca- arroyos, lagunas e islas.
Por sus características y funciones naturales, la zona es un gran reservorio de biodiversidad y los humedales (sistemas anegados de baja profundidad) que atraviesan casi toda la costa que bordea a Ramallo, actúan como controladores de inundaciones que originan periódicamente tanto el propio río como los arroyos que confluyen en él.
A pesar de la importancia de estos sistemas naturales, el municipio no ha avanzado en reglamentar y controlar las actividades productivas de alto impacto ambiental como son los avances de la industria agrícola, la instalación de fábricas a orillas del río y la tala de bosques, que están provocando un rápido deterioro en la región.
[pullquote]el municipio no ha avanzado en reglamentar y controlar las actividades productivas de alto impacto ambiental[/pullquote] “Actualmente la problemática ambiental está siendo pensada e intervenida sólo por las acciones que nuestra ONG puede promover – dice Nicolás Cerretani, integrante de la Asociación Civil Unidos por la Vida y el Medio Ambiente (UPVA) de Ramallo. “Si bien somos muchos, no podemos abordar de forma integral y sostenida las distintas problemáticas que nos ocupan. Actuamos sobre lo urgente, mientras el municipio mira para otro lado”, afirma.
Cerretani explicó a ANDAR que el humedal más grande de la zona está situado en lo que se conoce como paraje “El tonelero”, entre las localidades de Ramallo y San Nicolás. Allí en el siglo XIX tuvieron lugar distintos combates de la batalla de Caseros. Durante mucho tiempo en “El tonelero” vivieron familias de pescadores, y ahora hay 24 residentes permanentes, siendo el paraje un sitio de acceso público que da directo al Paraná. Abarca unas 200 hectáreas de costa ramallense, incluyendo una isla de un brazo del Paraná que se llama justamente “El brazo del Tonelero”.
Desde hace algunos años, el municipio pretende autorizar la instalación sobre este humedal de un puerto de fraccionamiento y distribución de agroquímicos a la empresa Bunge. A partir de la reacción de los vecinos y la activa participación de la Asociación UPVA, el proyecto pudo ser frenado por una medida cautelar. Sin embargo, el gobierno local ahora maneja otra alternativa para lograr la autorización: cambiar la zonificación del paraje mediante una ordenanza, trámite legislativo que ya fue aprobado pero que aún requiere para su vigencia la autorización del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS).
Mientras se avanza contra la zonificación actual de los humedales, la tala de bosques nativos también afecta el equilibrio de los ecosistemas: “Ramallo es uno de los últimos lugares que todavía conserva montes de talares de barranca, un bosque nativo específico del norte de la provincia donde el árbol característico es el tala. Como en general ocurre con la protección ambiental, la postura del municipio es dejar que la deforestación suceda”, sostiene Nicolás Cerretani.
Sobre los bosques nativos, cabe destacar que si bien la Provincia aún no ratificó la Ley Nacional de Bosques nº 26331, ésta igualmente tiene aplicación en todo el territorio argentino porque entre sus fundamentos establece un principio precautorio por el cual los montes no pueden ser talados hasta que no se resuelva el grado de protección que cada uno debe tener.
Según la ley 26331 existen tres categorías de prioridad para la protección de bosques nativos, que se representan en un mapa geográfico con tres colores: rojo, amarillo y verde. En la zona de Ramallo, el mapa consigna los bosques de talar de barranca en la categoría roja y los de albardón –que están a orillas del río- en la amarilla, ambas con la prohibición de tala.
Nada de lo que prevé la norma nacional rige en la realidad cotidiana de Ramallo. Hace unos años a la vera del Arroyo las Hermanas –a metros de la localidad- un empresario quiso poner una guardería náutica. Lo primero que hizo fue derribar unos doscientos metros de talar de Barranca: “Cuando supimos esto pusimos el grito en el cielo. Llamamos al OPDS, se clausuró el emprendimiento, y ahora el empresario tiene que presentar un estudio de impacto ambiental –que nunca había hecho- y un plan de remediación, o sea, restaurar el bosque en superficie y cantidad y calidad de especies que había antes” repasa el ambientalista.
“El municipio no había dado ningún tipo de autorización. Lo que se tendría que haber hecho es un estudio de impacto ambiental y eso sí es responsabilidad del gobierno local. Finalmente, cuando el intendente se enteró lo que ocurría, reaccionó con una pasividad pasmosa y el presidente del Concejo Deliberante salió a decir: ‘Cómo hacen tanto aspaviento por 6 espinillos’. Estamos hablando de una obra que comenzó a construirse a sólo 100 metros del pueblo”, explicó el integrante de UPVS.
Por otra parte, la empresa Fiplasto -una maderera tradicional de Ramallo- emplea a mucha gente en el partido y se dedica especialmente a la producción de chapadur que sirve para hacer muebles y contrachapados. Esta empresa –situada sobre la margen del río y a metros de la zona habitada de la localidad- genera residuos de madera que elimina directamente al Río Paraná y que provoca una mancha negra sobre el cauce del Paraná como consecuencia de la descomposición de los restos de madera, de acuerdo a lo que denuncian desde la Asociación.
Durante años los vecinos han llamado la atención del OPDS para que se realizaran estudios de impacto ambiental y se determinara la toxicidad de la sustancia negra, pero increíblemente las seis muestras tomadas por el organismo provincial fueron sistemáticamente “extraviadas”.
Ante la inusual desidia del OPDS intervino la Autoridad del Agua, que tomó las muestras de río y se demostró que las sustancias que desecha la maderera son contaminantes porque lo que producen es la baja en los niveles de oxígeno en el agua. En sí mismo los residuos no son tóxicos si no que provocan un impacto crucial en los niveles de oxígeno del río.
Además de las consecuencias directas sobre las especies ictícolas, la “mancha negra” produce un fuerte olor que llega a todo el pueblo de Ramallo. Recientemente la empresa ha iniciado las obras para dejar de tirar los residuos al río mediante unos piletones con bacterias, pero hasta el momento no lo han podido poner en funcionamiento. Tampoco el municipio ha intervenido.
El avance de la soja en el norte bonaerense también agudiza la problemática ambiental por el uso indiscriminado de agrotóxicos y pesticidas, inclusive hasta las inmediaciones del área urbana. La comunidad de Ramallo actualmente lucha por la aprobación de una ordenanza que limite el uso de estas sustancias, habiéndose realizado durante 2014 –entre noviembre y diciembre- distintas audiencias públicas con la participación de los más destacados especialistas del país.
Según Nicolás Cerretani, la “masacre ecológica en nuestra región es terrible. A esto hay que sumarle que el cultivo de granos se realiza con las mismas técnicas que en la pampa, con sustancias de impacto ambiental en función de la máxima rentabilidad posible y en la menor cantidad de tiempo. Nosotros desde la ONG estamos interiorizándonos en el tema; luchamos por evitar la pampeanización del río Paraná”.