LUCIANO ARRUGA: EL EX DESTACAMENTO EXPROPIADO Abrir la puerta: las primeras sensaciones
Una de las integrantes de la Asociación de Fasmiliares y Amigos de Luciano Arruga y las sensaciones que los atraviesan al ingresar, después de la expropiación, en lo que fue el destacamento de Lomas del Mirador en La Matanza de donde desapareció hace casi 6 años Luciano.
Por Rosaura Barletta
Así se ve, desde adentro hacia afuera, Indart 106. Este lugar fue el destacamento de Lomas del Mirador, casa policial siniestra que olía a muerte. Casa que tenía los resquicios de la tortura impregnados en el aire. Una máquina de inmundicia en un barrio tranquilo y apacible donde nadie alteró el silencio durante años.
Pero un día se chuparon a Luciano Arruga y vino su familia a tomar la decisión de alterar el silencio. Y con ella llegamos algunos más. Tanto molestamos que el destacamento pasó a ser ex, y de ex pasó, hace semanas, a ser Espacio para la Memoria Luciano Arruga. El aire te sigue tumbando cuando venís pensando en su sonrisa y entrás. Pero ahora es nuestro aire.
No prometemos asados, ni gigantografías de funcionarios o ex funcionarios. No prometemos poder terminar de explicar con palabras lo que pasó de verdad en el primer ex Centro Clandestino recuperado en democracia. No prometemos que no les duela cuando entren, ni que podamos alivianar al aire. No prometemos pintarlo de colores ni que, aunque arreglemos las ventanas, la luz deje de entrar en forma de destellos rezagados. Ojalá pudiéramos asegurar que alguna vez la luz allí va a verse como en cualquier chalecito ignoto de Lomas del Mirador. No podemos.
Vamos a prometer lo que podemos: somos unos quince amigos que a los sopapos aprendimos a militar y a hacer política, y con decenas de organizaciones y organismos de Derechos Humanos nos propusimos absoluta independencia de cualquier gobierno y queremos hacer historia en materia de lucha contra las violaciones a los derechos humanos en democracia.
Dicho lo insignificante, prometemos que somos quince que nunca vamos a olvidar que acá nos puso Luciano y que ésta es la historia de nuestra vida: no negociar su sangre.
Tal vez, aunque sea nimio, casi invisible, cuando entremos en un tiempo podamos sentir que nos sonríe desde algún lado. Desde una foto grande y hermosa, aunque sea.
Sí pudimos, carajo.