LA SITUACIÓN DE LA COMUNIDAD IWY IMEMBY “500 años de colonialismo, sin cumplir nuestros derechos”
Gumersindo, Ivana y Melisa son miembros de la comunidad Iwi Imemby (hijos de la tierra) que reside actualmente en el barrio El Peligro de La Plata. El fin de semana largo sumaron su reclamo por tierras a una manifestación que protagonizó ASOMA en el Parque Pereyra y fueron víctimas de una violenta represión policial. En el último tiempo su reclamo se ha vuelto desesperado ya que ni siquiera están pudiendo producir en las tierras que alquilaban: no quieren renovarles el contrato.
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(Agencia) “Los problemas que tenemos nosotros llevan 500 años y son en torno a la tierra; éste es un asunto indefinidamente postergado, no porque no haya tierra o recursos sino por falta de voluntad política”, explica Gumersindo, el consejero de la comunidad Iwi Imemby. “Pensamos que esta semana o la otra, lamentablemente vamos a seguir manifestándonos en la ruta 2o en el INAI, que sabe lo que estamos pasando, hasta que nos den una respuesta, o una ayuda para volver a alquilar”, agrega.
“Estamos con el sostén diario nada más, no nos podemos mantener”, explica Ivana, una de sus hijas. La familia analiza que los problemas y el ahogo económico, sumados a la discriminación en lo cultural, “llevan a actuar de un modo que ni siquiera queremos actuar, la necesidad es tan grande y la solución se pospone indefinidamente … sufrimos migraciones forzosas, desalojos, expulsiones o se nos caen los contratos para poder seguir trabajando una tierra que no es de nosotros. Eso para nosotros es muy preocupante, estresante y es un profundo impacto que repercute en nuestra comunidad. No cubrimos necesidades básicas esto a nosotros nos provoca rebeldía, debemos rebelarnos, no porque queremos sino ante 500 años de colonialismo, sin cumplir nuestros derechos”.
Con estas preocupaciones se sumaron el fin de semana pasado al reclamo por la entrega efectiva de tierras en el Parque Pereyra. “Somos parte de ese reclamo que articulamos con otras organizaciones y ése lugar lo elegimos para manifestarnos y reclamar a los organismos competentes que resuelvan nuestros problemas. El 15 fue un hecho lamentable”, señala Gumersindo. El domingo la policía reprimió sin distinción “no tenemos conocimiento de quién dio la orden de desalojo porque no nos mostraron ninguna orden, sólo fue verbal. Explicamos el motivo por el que estábamos ahí y exigíamos que algún funcionario se acercara a conversar y nos retirábamos pacíficamente. Lamentablemente no fue así. Fueron a tirar, a tirar a personas, comenzó la represión, muy violenta con discriminación verbal y física”.
[pullquote]Fueron a tirar, a tirar a personas, comenzó la represión, muy violenta con discriminación verbal y física[/pullquote]
Las hijas de Gumersindo, Melisa e Ivana terminaron detenidas junto a su padre. “Estábamos caminando y nos empujaban, nos empujaban, y decían ‘ustedes se están resistiendo’ y no ¿cómo querían que caminemos?, había personas mayores, mujeres embarazadas, niños, a un chiquito le quemaron la cara cuando tiraron la olla, no les importó nada, los trataron así a todos, chicos, grandes, mayores, adolescentes, nenas, a los empujones, brutalmente, con insultos. De ahí así nos llevaron a la comisaría”, recuerda Ivana.
“En la comisaría trajeron a un médico y a todas las mujeres nos pusieron aparte y nos dijeron ‘sacate la remera’ a ver si estábamos golpeadas o no. Y las policías te empujaban contra la pared, a mí me hizo chocar la cabeza contra la pared y decía ‘sacate la remera o te la saco yo’. Te preguntaban por qué estabas ahí y te decían ‘vos tenés una causa’ y yo le contesté ‘sí, tengo una causa por reclamar mis derechos, y me empezaron a pegar. No sólo a mí, a otra chica menor de edad también, al principio los menores estaban detenidos junto con nosotros. Estuvimos desde las 10 de la mañana hasta cerca de las 12 de la noche porque nos soltaban de a uno, de a dos”, describe Melisa. El maltrato continuó cuando fueron a retirar sus pertenencias “había mucha agresión verbal, se burlaban de nuestros apellidos. Sobre todo con la gente boliviana ‘volvete a tu país –les decían– este apellido no es de acá’”, agrega Ivana. “Yo le dije ‘conocé nuestra identidad’ cuando insultaron así a una chica que es hija de bolivianos pero nació acá y me dijeron ‘vos cállate india sucia, negra, que vos no existís aquí…vos no tenés ley ni derecho aquí’”, lamenta Melisa.
Recién ayer les dijeron cuál era la causa por la que los llevaron: usurpación y resistencia a la autoridad, “en ningún momento nos resistimos”, aseguran. “Cuando hablamos de reparación histórica no es solamente la tierra, queremos ser un pueblo libre porque hasta ahora nos sentimos esclavos. Queremos que no sigan desintegrando nuestra cultura, destruyendo nuestras raíces y, cuando vemos esta clase de violencia física y verbal sobre nuestro pueblo, repetimos que son dos ejes los que existen en este país hacia nosotros: el racismo y la exclusión. Eso es lo que hicieron el 15 a través de la represión. Es una doble situación de dominación la que pesa sobre nuestro pueblo, que reafirma la relación de poder que se construyó estructuralmente sobre estas bases. La actitud racial desde la conquista sigue vigente”, analiza Gumersindo y concluye “no queremos más esto, no queremos más conflicto es muy estresante pero no vemos más camino para salir adelante y reclamar”.