EXPERIENCIAS MURGUERAS Comodines de Febrero
Un diálogo con algunos de los integrante de la murga “Los Comodines de Febrero”, que se conformó en el barrio Amparo Castro de Olavarría en febrero de 2010. Su historia, el vínculo con los vecinos, la participación juvenil.
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(Territorio de Vecinos* ) En el barrio Amparo Castro, ubicado en las intersecciones de las calles Bolívar, Amparo Castro, Vélez Sarsfield y Saavedra, se encuentra semanalmente un grupo de jóvenes murgueros que con constancia, alegría y bailes, dieron al lugar otra significación. “Los Comodines de Febrero” se conformó en febrero de 2010. Con inicios itinerantes, el tiempo los radicó definitivamente en Amparo Castro. Carla Daglio, Ana Daglio, Sofía Aispurú Zabaletta y Diego Polle son algunos de sus integrantes, quienes relatan los inicios y características de la agrupación.
¿Cómo se conformó la murga?
Ana Daglio: “Comodines de Febrero” empezó como un grupo familiar y de amigos. Algunos ya hacíamos murga pero teníamos ganas de seguir con otro proyecto. Hasta que un día nos juntamos y empezamos. El nombre tiene varios significados. Nos parecía significativo ‘comodines’ porque el comodín es un bufón que hacía reír, era como un personaje que presentaba varias funciones, era un ser burlón y criticó pero se amoldaba a las distintas situaciones. Eso queríamos representar con la murga. Y ‘febrero’ porque es la fecha del carnaval y además porque comenzamos en ese mes. Empezamos ensayando en el Parque Norte y después buscamos un salón, un lugar cerrado más que nada por el frío. Ahí conseguimos el salón Amparo Castro que está en Aguilar y Del Valle. Ahí nos brindaban el espacio gratis. Estuvimos casi dos años pero con el tiempo nos querían empezar a cobrar alquiler y nosotros no teníamos ni tenemos ingresos fijos, nos manejamos de manera independiente. Por esa razón nos tuvimos que ir, estuvimos por un tiempo medio nómades y después volvimos porque se formó una nueva comisión en la sociedad de fomento y ellos no brindaban el lugar gratuitamente. Igualmente, en ese tiempo que no teníamos un espacio físico, decidimos volver al barrio y seguir aunque sea al aire libre. Nuestro objetivo fue, desde un primer momento, crear una identidad, una pertenencia y eso solo se podía lograr con un trabajo constante en el barrio porque de lo contrario no éramos ni de allá ni de acá.
¿Cómo es la relación de la murga con los vecinos?
Sofía Aispurú Zabaleta: Es una relación mutua y constante porque si el vecino no nos apoyara no podríamos seguir adelante con nuestros ensayos. Sentimos que el vecino está tanto para nosotros como nosotros para ellos, es una relación que se construye día a día. La gente se acostumbró a que nosotros estemos el domingo a las 4 de la tarde haciendo ruido o que estén los chicos bailando. Algunos de ellos se acercan, entran al salón, se sientan y nos miran, traen a los nenes o el propio nene viene solo, cruza a la calle y se sienta a mirarnos. Están acostumbrados, ya saben que nosotros estamos ahí y nosotros sabemos que el vecino está para cualquier cosa que necesitemos. También contamos con la Junta Vecinal que nos ayudó muchísimo porque muchos no somos del barrio y no conocíamos la ubicación de los monobloc y sin esa ayuda nos hubiera costado un montón. Entonces, decir que los integrantes de la Junta Vecinal nos ayuda implica que tenemos una aceptación dentro del barrio.
¿Cómo se presenta la participación de los jóvenes?
Ana Daglio: Nos cuesta llegar a los adolescentes, no se suman mucho. Quizás se sumen un poco más ahora que estamos trabajando de manera constante en el barrio y en conjunto con la sociedad de fomento. Además al ver todas las actividades que estamos haciendo, como el corso o el festejo del Día del Niño, pueden llegar a entusiasmarse e integrarse. Por el contrario, los que sí muestran mucho interés son los más chicos. Son más curiosos y siempre quieren ayudar y participar. Por ejemplo, cuando se realiza una fiesta en el barrio ellos ven el equipo de sonido y les llama la atención. Ahí se acercan y enseguida quieren ayudar.
¿Qué necesidades observan?
Diego Polle: Hay muchos problemas de contaminación, hay muchas familias con problemas económicos que se suma a la falta de trabajo. Creo que esa es una de las cosas que más se ve en el barrio.
Sofía Aispurú Zabaleta: Uno de los proyectos que tenemos es armar una especie de comedor nocturno porque hoy en día se ve demasiada hambre. Hace un tiempo atrás las necesidades eran más que nada de contención o apoyo escolar. Hoy en día los chicos necesitan comer.
Ana Daglio: Otra cosa que pasa y nos preocupa es que hay chicos que cuidan a los hermanitos, porque la madre y el padre trabajan, o son madres solteras que trabajan todo el día y además la figura paterna no está. Entonces, los niños no pueden ir a ensayar a la murga porque tienen que cuidar a los hermanitos y a veces son muy chiquitos. En algunas oportunidades han ido a ensayar igual junto a los hermanitos pero también a veces se da que tienen que hacer los quehaceres domésticos… Responsabilidades de un adulto, básicamente.
Diego Polle: Hay un grupo de nenes que son hermanitos y fueron unos de los primeros en acercarse a la murga. Ellos vinieron porque encontraron contención, en la murga se los escucha, les enseñamos y así empezaron a relacionarse y crear lazos con el resto de las personas. Hubo una situación con estos niños: en un momento ellos no tenían zapatillas, nosotros justo teníamos una presentación de la murga y pudimos comprarles el calzado. Demostraron toda su felicidad en el baile, sus caras estaban iluminadas y sus sonrisas también. Fue muy emocionante verlos bailar tan felices.
¿Cómo ven al barrio en relación a la cultura y los jóvenes?
Sofía Aispurú Zabaleta: El barrio es muy rico en cultura. Hay pibes que son grafiteros, que hacen muy buen arte, que hacen rap o por ahí cosas que uno no las tiene presentes pero están. En el barrio se ve a los pibes sentados en las esquinas escuchando música. En lo personal no me molesta para nada pero para mucha gente está mal visto. Entonces también tiene que ver la perspectiva de cada uno. Al mismo tiempo, hay muchas personas que a determinada hora no pasa por el barrio porque está catalogado de que “te va a pasar algo”. Y eso te puede pasar en cualquier lado, podes ir por el medio del centro y te va a pasar igual. Y en esto se nota la influencia de los medios de comunicación, lo que ellos quieren mostrar. También tenemos que preguntarnos porqué y si pasan esas cosas… ¿Por qué pasan en ese barrio? ¿Se le está dando importancia al barrio? ¿Se está entrando y se está haciendo política dentro del barrio? ¿Se están cubriendo las necesidades básicas? Hay que hacer una reflexión profunda sobre el tema que lamentablemente no se hace. Que cada esquina y que cada monobloc esté identificado con un grafiti, que cada esquina esté identificada por un grupito de pibes, que ya sabes que ese pibe se sienta en esa esquina y no se sienta en la otra, que a determinada hora lo encontrás ahí… O sea ellos ya tienen sus propios códigos y no hace falta que se los quieran venir a cambiar.
A pesar de las diversas vicisitudes que tuvo que enfrentar la murga “Comodines de febrero” para ser parte del barrio, lograron trabajar con ganas y persistencia para crear un sentido de pertenencia por el barrio Amparo Castro. Algo que anhelaban desde un principio. Y más allá de la práctica de la murga, que tiene que ver con vivir y compartir el tiempo y el espacio, surge la posibilidad de ayudar y de juntarse en la búsqueda de soluciones para el bien del lugar.
* Segmento de Radio Universidad 90.1 en el marco del acuerdo institucional entre el Espacio de Comunicación Popular de la Casa de Acción Política y Cultural “La Higuera” y la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN.