ANÁLISIS POLÍTICO 1º de mayo: los desafíos a pensar y construir
En un nuevo aniversario a la clase que vive de su trabajo, nos preguntamos si estamos frente a un 1º de mayo que está plagado de luces y sombras. Un escenario signado por las pujas paritarias, las resistencias a las suspensiones, la precarización persistente y la necesidad de consolidar algunas conquistas de los últimos años ante lo que aparece como un fin de ciclo político y económico. El Día Internacional de los Trabajadores se celebra cada 1º de mayo desde su instauración en 1889 por el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrado en París. Esta celebración nació como un homenaje a los Mártires de Chicago, cinco obreros anarquistas y sindicalistas que fueron ejecutados injustamente en Estados Unidos por participar en una gran huelga por la jornada laboral de ocho horas. La huelga se inició el 1 de mayo de 1886 y los trabajadores fueron ahorcados el 11 de noviembre de 1887.
(Agencia- Paula Bonomi) ¿Cómo es hoy el escenario de los trabajadores/ras asalariado/as en nuestro país? ¿Qué pasa con el ingreso al mercado de trabajo de nuestros pibes y pibas? ¿Cuáles son las perspectivas de las fábricas recuperadas, espacios que concentran una de las experiencias de mayor organización de los trabajadores en la actualidad?
Desde el Gobierno nacional se suelen presentar como caballito de batalla los “cinco millones de nuevos puestos de trabajo” generados durante la última década. Esta recomposición del empleo del sector productivo , sumada a la reapertura de la negociación paritaria como el espacio natural donde trabajadores, empresarios y Estado dirimen las recomposiciones salariales, demuestran un tablero más equilibrado que aquel de finales de 2001 jaqueado por la desocupación y la falta de inversión.
Pero por otro lado, es innegable el aumento cuantitativo del trabajo no registrado, la dificultad por mantener el poder adquisitivo de los salarios en función de la alta tasa de inflación anual y las fluctuaciones en las contrataciones que presentan algunos sectores, muy sensibles al mercado internacional. Todo esto combinado, desestabiliza el escenario considerado como “positivo” para la clase trabajadora. De cara al recambio institucional, la situación de incertidumbre es creciente.
Dilemas del programa productivo
La situación actual del sector asalariado indica una reacción frente a los últimos acontecimientos nacionales: crece la conflictividad sindical en el marco de las paritarias de principio de año y las iniciativas o respuestas del gobierno apuntan a generar políticas de inversión estatal en materia de empleo.
En 2014 Casa Rosada lanzó un programa que contempló acuerdos con diversas cámaras empresariales- la UIA; la Asociación de Industriales Metalúrgicos y la Cámara Argentina de Turismo. Tuvo como objetivo la creación de 120 mil empleos hasta finales de 2015, además de incrementar las exportaciones en 1900 millones de dólares. Los sectores comprometidos en este acuerdo incluyen a alimentos, software, bienes de consumo, turismo, química de consumo, horticultura, avícola, línea blanca, apícolas y arroz. El gobierno propuso una serie de incentivos al respecto, como el financiamiento a través del Fondo para el Desarrollo Económico Argentino (Fondear) y el Programa de Aumento y Diversificación de Exportaciones (Padex).
A su vez, ante la caída en la productividad que demuestran algunos sectores, como el de las automotrices y el de la construcción, se reeditaron conocidas políticas que consisten en imprimir mayor inversión en la generación de puestos de trabajo que permitan mantener el consumo interno, fuente primordial de dinamización de la economía en la era kirchenrista.
Una de las preguntas que mantiene a los trabajadores activos y en alerta es si este tipo de medidas logran en definitiva constituirse en mejoras estables y duraderas para el sector asalariado, traduciéndose en puestos de trabajo de calidad y con proyección en el tiempo. Pero, a su vez se visualiza que la capacidad de estos programas para traducirse en empleo estable y con modalidades no precarias de contratación parece ser una tarea imposible de lograr.
La estructura actual de acumulación económica del país está orientada a la consolidación del modelo histórico agroexportador, apoyado en el monocultivo de la soja. A la vez, las iniciativas industrializadoras del kirchnerismo no pudieron superar las expectativas generadas, dejando a la Argentina subordinada a la producción de las potencias regionales, como Brasil. A raíz de ello, no se ha desarrollado una industria de trabajo altamente calificado, capaz de autosustentarse frente a los factores externos.
Es así como la tensión entre las políticas que pretende instalar el Gobierno y la realidad de miles de trabajadoras y trabajadores, comienza a cristalizarse en un escenario complejo que contempla avances en la negociación paritaria, pero crecientes suspensiones, despidos y jubilaciones anticipadas, que acompañan y sustentan la precarización como narrativa común.
Escenario inflacionario
Lo cierto es que la radiografía de la clase trabajadora actual, tras diez años de una economía en crecimiento, muestra que, en paralelo al discurso oficial del “pleno empleo”, los niveles de conflictividad laboral han ido en aumento, teniendo a la precarización y a la pérdida de poder adquisitivo como principales problemáticas de la clase.
Mientras que el Indec y el Ministerio de Trabajo muestran estadísticas que sitúan la desocupación en niveles cercanos al 7 por ciento y de subempleo al 7.8, no se difunden con tanto énfasis estadísticas que ubican el porcentaje de trabajo precario cercano al 38 por ciento. La situación resulta aún más compleja si constatamos que el Estado continúa siendo uno de los principales contratadores “en negro”, teniendo cerca de una tercera parte de sus empleados en estas condiciones.
[pullquote]Las estadísticas ubican el porcentaje de trabajo precario cercano al 38 por ciento[/pullquote]
Además, la situación de los trabajadores precarizados se vuelve sumamente delicada si se la combina con la inflación anual cercana al 40 por ciento. Esta elevada tasa inflacionaria fue una de las piedras fundamentales donde se asentaron los reclamos salariales de las paritarias de este año, al tiempo que el oficialismo buscaba que los acuerdos no superen los 31 puntos porcentuales. Si bien algunos sindicatos superaron el porcentaje en los acuerdos, el promedio estuvo por debajo de esa cifra del 30. Por caso, los docentes bonaerenses, luego de las huelgas de principio de año, apenas llegaron a un acuerdo que, en promedio, instala el salario docente en un piso de 7000 pesos.
Esta situación genera una creciente tensión social, fácil de prever ya que los aumentos salariales no cubren el piso inflacionario. Tampoco cambia la situación de los trabajadores precarizados, la cual es mucho más endeble al no contar éstos con herramientas institucionalizadas de reclamo y negociación, quedando a merced de la consideración del empleador.
En línea con esta conflictividad sindical, desde el lado de los empresarios también se comienzan a registrar movimientos en el tablero. La construcción, sector fundamental en la actividad económica de los últimos años, registra una caída creciente y el sector automotriz muestra una disminución del 20 por ciento en lo que va del año, vinculado con la merma en la demanda de autos por parte del Brasil. Este escenario se traduce en los recientes despidos, suspensiones y jubilaciones anticipadas en la industrias.
En consecuencia, la pobreza está creciendo de forma alarmante en nuestro país. Aunque hay varias mediciones, no todas fiables, algunas sitúan la pobreza en el 34% de los hogares, lo que supone que un 45% de las personas están en situación de pobreza y un 11% en la indigencia. Ya no se publican mediciones oficiales, lo que amplía la especulación sobre las cifras.
En el Gran Buenos Aires la pobreza podría alcanzar valores similares a los que existían a fines de los 90. Después de doce años de políticas sociales que la redujeron, pero no así a la desigualdad, el declive económico está generando una situación social similar a la que se producía en pleno neoliberalismo, que desencadenó un importante ciclo de protestas a partir de 1997, que desembocó en la revuelta del 19 y 20 de diciembre de 2001.
Un movimiento que renace, se multiplica y crece.
Desde 2010 se registra una recomposición del movimiento popular en la disputa por el derecho a la vivienda y a la tierra. En diciembre de ese año se produjo la ocupación del Parque Indoamericano. Centenares de familias sin techo, en un conflicto que se expandió a otros territorios y espacios suburbanos, mostró las primeras grietas del edificio social construido en estos años. Otro factor importante de organización de la clase trabajadora es el constante crecimiento de las fábricas recuperadas por sus trabajadores: ya son más de 350 con 25.000 trabajadores, cuando en 2003 eran unas 160.
[pullquote]las fábricas recuperadas por sus trabajadores: ya son más de 350 con 25.000 trabajadores, cuando en 2003 eran unas 160[/pullquote]
“Ocupar, resistir y producir” es el ya famoso lema de los trabajadores de las fábricas recuperadas en Argentina. Este movimiento social ha despertado la atención de muchos se ha configurado como uno de los mayores referentes internacionales . El movimiento de las fábricas recuperadas surgió tras la fuerte crisis económica de 2001, que provocó el cierre de centenares de fábricas, dejando a miles de trabajadores en la calle. Muchos empleados decidieron recuperar sus puestos de trabajo, ocupando, literalmente, las fábricas que habían sido declaradas en bancarrota y tomando el control de las empresas con la formación de cooperativas de trabajadores autogestionadas.
“Como cooperativas de trabajo –en su mayoría- o reclamando, a partir de la ocupación, la estatización de la empresa y exigiendo su funcionamiento bajo control obrero, más de un centenar de empresas de diversos sectores de actividad (metalúrgicas, frigoríficos, textiles, clínicas, establecimientos educativos privados, etc.), pudieron retener a un gran número de trabajadores en sus puestos laborales. Estas modalidades de gestión y organización no están determinadas o condicionadas a la forma que asumen, como puede ser la “cooperativa” o el “control obrero”, sino que responden a la configuración de nuevas racionalidades tendientes a garantizar la reproducción de la vida”(*) En la mayoría de los casos los trabajadores se constituyen jurídicamente como cooperativa de trabajo, dado que ésta es una figura prevista por la ley de quiebras. En la mayoría de los casos, la experiencia autogestionaria ha traído buenos ingresos económicos. Además, los trabajadores han conseguido, después de largas batallas, reconocimiento legal para mantenerse en las empresas.
En la búsqueda de formas de organización económica y social los trabajadores encuentran representación institucional en el MNER (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas) organismo que se encuentra en relación con un sector del sindicalismo más dinámico, nucleando, desde su conformación en junio del 2002, a la totalidad de estas experiencias.
“La inmensa mayoría de las recuperadas está cumpliendo los primeros diez años y demuestran que lo que se pensó como una salida de emergencia frente a la crisis, se convirtió en un modelo de gestión empresarial en manos de trabajadores que es absolutamente posible, viable y sustentable en el tiempo. El continuo surgimiento de nuevas fábricas recuperadas da cuenta de que, aun en tiempos de recomposición económica, la figura del trabajador autogestionado se convierte en la única herramienta posible para sostener los puestos de trabajo»), explica en un nota periodística Federico Tonarelli, titular de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (FACTA) (**)
En el marco de un nuevo aniversario del Día del Trabajadxr, sigue siendo un desafío pensar y construir ,como dique de contención, el cooperativismo, la organización obrera, la fortaleza de los sindicatos y la organización popular de las bases para enfrentar la crisis económica y las políticas de ajuste en un futuro no tan lejano.
Notas: (*)“Las empresas recuperadas en Argentina: algunas dimensiones para su análisis Autores: Raquel Arévalo, Tomás Calello. Universidad Nacional de General Sarmiento Buenos Aires, Argentina” http://www.ag.org.ar/2congreso/Ponencias/Arevalo.pdf
(**)http://www.telam.com.ar/notas/201305/16096-en-argentina-hay-350-empresas-recuperadas-con-25-mil-empleados.html
Nota relacionada: https://www.andaragencia.org/el-estado-busco-negar-las-historias-de-sus-trabajadores-comprometidos-con-la-accion-gremial-y-politica/