FUE GATILLO FÁCIL 12 años de prisión para el policía que mató a Lucas Décima
El Tribunal Oral Criminal 6 de Morón condenó a un sargento de la Bonaerense, Mariano Ballarino, a 12 años de prisión por hallarlo penalmente responsable del asesinato de Lucas Décima durante la madrugada del 23 de febrero de 2017. Hace poco más de una semana, el tribunal había adelantado el veredicto condenatorio y ordenado la detención de Ballarino. Una condena esperada por la familia de Lucas y que se ajusta a las pruebas que se expusieron en el caso. La calificación como homicidio simple con dolo eventual confirma lo que se denunció desde el primer momento: hubo intención de matar y fue gatillo fácil.
ANDAR en Morón
(Agencia Andar) La madrugada del 23 de febrero de 2017, los policías Mariano Ballarino y Nélida Clara Valor llegan, a bordo de una camioneta Hilux del Comando de Patrulla, al barrio de Parque San Martín de Merlo alertados por un llamado al 911. En la esquina de Costa y Bettinotti, se cruzan a Lucas Décima que volvía caminando a su casa: Ballarino primero da la voz de alto y luego dispara. Lucas tenía 17 años, murió desangrado antes de llegar al hospital Eva Perón. No había situación de peligro ni razón para disparar, fue un fusilamiento.
El juicio que se realizó en el Tribunal Oral Criminal 6 de Morón duró dos días: las pericias balísticas, el testimonio de los amigos de Lucas y la declaración de la compañera de fuerza de Ballarino terminaron por sellar su suerte. Durante la segunda audiencia, los jueces adelantaron el veredicto condenatorio y ordenaron la inmediata detención del sargento de la Bonaerense. Sólo restaba conocer la calificación y la pena que le correspondía.
El lunes 8 de octubre, durante la audiencia de sentencia, el Tribunal decidió condenar a Ballarino a 12 años de prisión por el delito de homicidio simple con dolo eventual y 12 años de prisión. Una condena acorde al pedido de la fiscalía y de la familia de Lucas. Una condena, a su vez, que hace justicia a las pruebas que se expusieron durante el debate oral y público y que confirman que se trató de un caso de gatillo fácil. Otro más, sólo que esta vez no quedó impune.
«Para nosotros es una victoria, no sólo por el caso de Lucas sino por lo que esta sentencia puede significar: Ballarino iba con el arma desenfundada, sin seguro y preparado para disparar y la condena del Tribunal con esta calificación debe ser una alerta para que las propias fuerzas de seguridad piensen y transformen sus propias prácticas. Ojalá este juicio sirva para eso, no es imposible ni una utopía pretender una patria con justicia sin gatillo fácil», valoró Ismael Décima, papá de Lucas.
Tras la sentencia, en diálogo con Andar, Ismael también sostuvo la importancia de la organización en la búsqueda de justicia. «Solo es imposible frente a un sistema que está armado para castigar a los más pobres, a los que no tienen voz», dice. El camino, cuando se trata de juzgar los crímenes cometidos por miembros de las fuerzas de seguridad, no es fácil. Muchas de las causas terminan archivadas, desestimadas o con sus imputados sobreseídos; y cuando llegan a juicio suele ser con calificaciones que tienen una expectativa de pena muy baja.
El asesinato de Lucas había llegado a juicio llegó con la calificación de homicidio culposo, «el juez Meade -que estuvo a cargo de la instrucción- me dijo que creía en la versión policial. Al mes de la muerte de Lucas, el policía estaba libre», recuerda Ismael. Y agrega: «Logramos revertir todo esto que empezó mal»
Ballarino, un hombre con dos décadas en la fuerza, dijo que fue un accidente, que “cuando quiso bajar del patrullero, Lucas empujó la puerta del vehículo y, accidentalmente, se accionó su arma reglamentaria”. Antes de su versión, y mientras el joven moría, el sargento de la Bonaerense y sus jefes policiales pretendieron instalar la versión de que Lucas había robado una moto y que estaba armado. Nada de eso era cierto.
Durante las audiencias del juicio estas versiones quedaron desestimadas. Los testigos declararon que vieron al policía disparar desde arriba de la camioneta, las pericias balísticas lo confirman. El disparo ingresó en la zona de la ingle y se efectuó de arriba hacia abajo a menos de tres metros de distancia.
Sin embargo, el testimonio clave que termina incriminándolo fue el de su compañera de fuerza. Nélida Clara Valor dijo que “no había ningún peligro y, por lo tanto, no había necesidad de llevar el arma desenfundada”. Ballarino manejaba la camioneta, la mano izquierda en el volante, en la derecha empuñaba la pistola, lista para disparar, para matar.
«Nos quedamos con el recuerdo de Lucas, con esta lucha y con esta condena que, esperamos, sirva para terminar con el gatillo fácil», dice Ismael. Y agrega: «Todavía hay muchos Lucas».