Terminó el XIV encuentro de Jóvenes y Memoria
Chapadmalal 2015: el compromiso con los derechos humanos
Más de 12 mil jóvenes de toda la provincia y el interior del país participaron del XIV Encuentro de Jóvenes y Memoria de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Durante 15 días, escuelas y organizaciones sociales, culturales y políticas presentaron sus proyectos de investigación con un fuerte anclaje territorial y en perspectiva de derechos humanos. Una narrativa comprometida y transformadora en políticas de memoria, género y diversidades, violencias del Estado, identidad, trabajo, ambiente digno, protesta social y participación juvenil.
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(Agencia/CPM) “Este encuentro donde nos conocemos, compartimos y aprendemos el sentido de conmoverse con lo que nos pasa y le pasa a los otros. Cada año Chapadmalal nos demuestra que otro mundo es posible y que ustedes lo están construyendo con coraje y solidaridad”, expresó la directora general de la CPM Sandra Raggio durante el cierre del XIV Encuentro de Jóvenes y Memoria.
Del 3 al 18 de noviembre, pasaron por el complejo turístico más de 12 mil jóvenes y 1800 coordinadores. En total fueron 829 equipos de investigación y 970 proyectos. Escuelas y organizaciones sociales, culturales y políticas de toda la provincia de Buenos Aires, CABA, Santa Fe, Córdoba y Famaillá (Tucumán). Cada una de esas presentaciones aporta a la construcción de un mapa territorial de las problemáticas y desafíos que componen la actual agenda política desde una perspectiva de derechos humanos.
Con un repertorio amplio de documentales, ficciones, obras de teatro, murales, instalaciones e intervenciones, los jóvenes expusieron con creatividad y compromiso el trabajo realizado a lo largo de todo el año. Participación, militancia, energía, política, alegría y solidaridad.
“Esta experiencia que construimos entre todos no termina acá, se multiplica en cada barrio, escuela y organización. El compromiso de los jóvenes con el futuro, con su propia historia, nos llena de alegría y esperanza y nos confirma que nunca estamos ni estaremos solos en la defensa de los derechos humanos”, definió María Elena Saraví, directora del programa Jóvenes y Memoria.
Desde el 2002, el programa se constituye como un espacio pedagógico plural y participativo que promueve la reflexión crítica sobre nuestro pasado reciente y su vinculación con el presente. En ese sentido, la convocatoria 2015 propuso, bajo el lema “los desafíos por la igualdad”, indagar y problematizar la vulneración de derechos que atenta contra los ideales de una sociedad más democrática y justa.
“Defendemos los derechos humanos porque sabemos el dolor que produce la violencia de la policía, sabemos el sufrimiento de no tener para comer o vivir dignamente”, enumeró Sandra Raggio al momento de repasar las deudas pendientes en nuestra democracia. Al mismo tiempo, ponderó las conquistas de las últimas décadas y expresó que “nadie nos va a bajar de este piso de derechos humanos que supimos conquistar”.
Memorias en disputa
Entre los 970 proyectos presentados en el XIV encuentro de Jóvenes y Memoria se destacan cinco ejes temáticos: política de memoria, violencias del Estado, género y diversidad, identidad, y participación juvenil.
“Hay una gran diversidad de temas y propuestas. Todavía persiste como inquietud las historias del terrorismo de Estado pero, en el último tiempo, las problemáticas actuales son el principal objeto de sus investigaciones. Esto, por supuesto, no clausura seguir pensando nuestro pasado reciente, sin embargo también habla de una generación comprometida y movilizada por la realidad que transitan todos los días», explicó María Elena Saraví.
La movilización popular y la decisión gubernamental de derogar las leyes de impunidad permitió no sólo condenar a centenares de represores sino también consolidó y legitimó una política de memoria basada en la denuncia del genocidio y el derecho del testimonio.
Durante la dictadura militar, el avance represivo y los mecanismos de control y silenciamiento convirtieron a toda la sociedad en víctima del terrorismo de Estado. En ningún otro lugar esa estructura de poder se expresó tan claramente como en Famaillá, lugar donde funcionó el primer Centro Clandestino de Detención (CCD) del país. En 1975, en el marco del Operativo Independencia, en la escuela Diego Rojas se instala una base militar que luego se constituyó como campo de concentración; hasta 1977, año en que volvió a funcionar como establecimiento educativo, pasaron por allí unos mil detenidos-desaparecidos de todo el NOA.
“Era una ciudad sitiada”, afirman los chicos y chicas que integran el proyecto Promotores Territoriales de Derechos Humanos que participaron del encuentro en Chapadmalal para presentar su trabajo en la preservación y promoción de la memoria. “Por mucho tiempo la sociedad de Famaillá calló, se ocultó, no quiso recordar ese pasado de dolor y terror a pesar de las huellas que dejó la represión; cuando empezamos a convocar y conversar con los vecinos, todos tenían una historia para contar: control callejero, detenciones por sospecha, requisas, apagones”.
En la actualidad, el ex-CCD sigue funcionando como establecimiento educativo que alberga a estudiantes terciarios. Los niveles primarios y medio ya fueron trasladados a un nuevo edificio: “Como si el espacio tuviera memoria, los chicos no querían entrar en las aulas porque decían que escuchaban ruidos de una sala de tortura”, agregan.
Las marcas del horror sólo se sanan rompiendo el silencio; con ese objetivo se constituye el proyecto de Promotores Territoriales de Derechos Humanos. El año pasado se declaró a la Escuelita como sitio histórico y esperan que en 2016 se lo reconozca plenamente como sitio de memoria.
Hay otras historias del pasado reciente que siguen formando parte de las investigaciones de Jóvenes y Memoria, estos trabajos reafirman el derecho del testimonio legitimado social y políticamente y permite recuperar la biografía de vida de desaparecidos y víctimas del terrorismo de Estado.
Los estudiantes del colegio de la Universidad Nacional del Sur rescataron la experiencia de las enfermeras de la base Puerto Belgrano en la guerra de Malvinas. “Hay que trabajar para la guerra”, cuentan los chicos recordando la oración de una de las enfermeras entrevistadas para el proyecto. El trabajo fue presentado como una instalación que, a lo largo de postas, recorría todo el camino desde la puerta del Hotel 8 hasta el mar. Desde la originalidad de su puesta en escena y el interés en rescatar la figura de la mujer en el conflicto, este proyecto formó parte de una gran cantidad de presentaciones sobre Malvinas con una perspectiva de denuncia del padecimiento sufrido por los ex-combatientes en las islas y que continuó a su vuelta.
Estos hombres y mujeres también fueron víctimas del terrorismo de Estado como cada uno de los detenidos-desaparecidos por las Fuerzas Armadas. La necesidad de mantener el recuerdo permanente de cada uno de ellos, «de recordar para no olvidar y para que no vuelva a pasar», los jóvenes de escuelas de toda la provincia siguen recuperando en cada convocatoria las historias de militantes políticos, sindicales, barriales y eclesiásticos.
Una narrativa joven en clave de derechos humanos
“Estaba mirando un canal y leo el título: ‘La ciudad del paco’”, cuenta Nicolás de la Escuela 79 de La Matanza. La nota hacía referencia al mercado de la droga en Puerta de Hierro. Nicolás tiene amigos allí con los que juega a la pelota y los visita de vez en cuando: “Yo sé que no es así, que no todo es drogas y tiros”.
Su escuela está emplazada en un barrio aledaño: el 17 de marzo. Como Puerta de Hierro, su barrio está asociado a la delincuencia y las drogas; esos discursos estigmatizantes que señalan a ese “otro” recae sobre todos los asentamientos populares. “Hay gente laburante y muchos pibes con talento pero las cámaras no muestran eso”, aclara. Los estudiantes de la Escuela 79 agregan: “La identidad del barrio es la lucha para conseguir los terrenos y poder constituirse como familias. Faltan las escrituras de los terrenos, faltan otras necesidades: el asfalto, servicios básicos”.
Los jóvenes llevaron su barrio hasta Chapadmalal para desnaturalizar ese relato hegemónico y lo hicieron con un rap que Nicolás escribió e interpretó ante un auditorio repleto: Quiero contarles que no todo es verdad / lo que dice el diario que todo acá es maldad / dicen que salimos todos a robar y no / no mientan más / si yo les cuento que hay personas luchadoras manteniendo a sus familias trabajando 15 horas / y yo les cuento que hay chicos con talento.
“Venimos todos por lo mismo: venimos a demostrar que no somos lo que dicen”. La frase también es de Nicolás pero bien podría haber sido dicha por los chicos y chicas del Movimiento 26 de junio del Frente Ciudad Futura. Sus integrantes presentaron en Chapadmalal la organización y militancia juvenil en Ciudad Oculta.
“No hay cloacas, no hay luz, no hay nada; se inundan, el agua está contaminada. Falta trabajo; tenemos un local que es del movimiento y queremos que se consolide como una cooperativa de trabajo: una rotisería para las mujeres del barrio. Además de la copa de leche para los chicos, la huerta y emprendimientos productivos para vender en la calle”, detallan.
El martes 17 mientras los estudiantes de la ES nº 9 de Pilar presentaban su trabajo sobre “negocio inmobiliario y humedales” en Chapadmalal, una sesión del Concejo Deliberante propuesta para tratar el tema de las inundaciones no se realizaba por la inasistencia de los funcionarios. La convocatoria para pensar una ordenanza de protección de los humedales había sido posible por la presión de vecinos y ambientalistas e impulsada por el aporte del proyecto de investigación realizado por los estudiantes de la secundaria.
“En el 2009, el agua llegaba a las primeras cuadras del barrio, hoy el agua avanzó hasta 7 u 8 cuadras; crece tan rápido el nivel del agua que, en una hora, llega al techo de las casas. No sólo es el agua de las tormentas sino también la crecida de la cuenca asentada sobre una pendiente decreciente que inunda Fátima y barrios aledaños”, explican los jóvenes y agregan: “Los humedales son reservorios que absorben el agua, si se los destruye para construir barrios cerrados o clubes, el agua corre sin llegar a ser absorbida por la tierra. Obviamente se va a seguir inundando porque se encuentra en un valle de inundación pero no sería con la magnitud de las inundaciones actuales. Una solución requiere pensar una ordenanza que proteja los humedales; existía una ordenanza pero fue derogada”.
Este crecimiento fragmentado que reproduce las desigualdades sociales es la expresión de un Estado ausente al momento de garantizar los derechos de todos los ciudadanos. Estas sociedades no sólo viven desplazadas y olvidadas sino también que, señaladas como ese “otro” peligroso, son la principal víctima de la violencia policial y carcelaria. De esta manera, se constituye una doble expresión victimaria del Estado: primero como ausencia y luego como presencia represiva.
Los pibes que integran la fundación Servicio Paz y Justicia (Serpaj) –institución apadrinada por el Nobel de la paz y presidente de la Comisión Provincial por la Memoria Adolfo Pérez Esquivel– presentaron su trabajo sobre jóvenes privados de la libertad. El proyecto que compartieron en Chapadmalal evidenciaba las dos reglas de la política de seguridad que, a pesar de ser denunciadas reiteradamente, continúan vigente y organizan el funcionamiento de las agencias penales del Estado: la vulneración de todos los derechos que sufren las personas en el sistema de encierro y la política punitiva contra los sectores más desprotegidos.
“Para mí es todo; cuando estuve muy mal, acá me ayudaron”, cuenta Jonathan. “Antes fumaba, la Aldea me salvó de las drogas”, dice Cristian de 13 años. “Yo había dejado la escuela”, se le escucha decir a María antes de que se le quiebre la voz. La Aldea Jóvenes para la Paz del Serpaj funciona como espacio de contención y desarrollo para niños y jóvenes en situación de riesgo donde participan de talleres de carpintería, preservación de alimentos, huerta, hilados, entre otros.
En su video presentado en el XIV encuentro de Jóvenes y Memoria, la flamante integrante de la CPM, Nora Cortiñas reclama que todos los chicos puedan crecer en libertad e independencia: “Vivir y poder elegir”. En su discurso, Norita también los alienta: “Ustedes son el futuro y en Jóvenes y Memoria tenemos el compromiso de escucharlos”. Sobre el cierre de la producción audiovisual, Pérez Esquivel les habla a ellos y a toda una generación: “Están pensando juntos temas muy profundos: la libertad y la paz comienzan por el respeto ajeno y por compartir. Estas son las claves de una pedagogía en derechos humanos porque la educación debe ser la práctica de la libertad”.
Escuchar, respetar, compartir, libertad. Las palabras de los miembros de la CPM, Nora Cortiñas y Adolfo Pérez Esquivel, marcan el espíritu y el trayecto de Jóvenes y Memoria. El pedagogo brasileño Paulo Freire decía que una pedagogía liberadora debía partir de la comprensión y reflexión crítica de los problemas cotidianos de las personas: conocer el mundo para transformarlo.
El programa de la CPM asume, desde su creación, el desafío de incluir las problemáticas actuales en una agenda común en derechos humanos: trascender las fronteras de las escuelas y organizaciones para intervenir y transformar el mundo. Los jóvenes son los protagonistas y constructores de ese futuro.