ENTREVISTA CON SILVIA TANDECIARZ “Los archivos desclasificados permiten reconstruir la trama de represión que la Junta Militar quiso borrar”
El 12 de abril se formalizó la entrega a la Argentina de más de 43 mil páginas de documentos desclasificados sobre la dictadura militar argentina elaborados por distintas agencias de Estados Unidos. El proceso de análisis y catalogación de ese material se está haciendo con la ayuda del National Security Archive, que trabaja con estudiantes del College of William & Mary; muchos de ellos formaron parte del programa de estudio de intercambio entre el College y la Comisión Provincial por la Memoria. El contenido, la publicidad de esta información en Argentina y Estados Unidos, el valor histórico de esta desclasificación: “La Junta Militar borró muchos de sus archivos, estos documentos permitirán reconstruir esa historia”, dice Silvia Tandeciarz, profesora y coordinadora del proyecto por parte de William & Mary.
ANDAR en los archivos
(Agencia Andar) Desde el 2007, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) y el College of William & Mary (W&M) tienen un convenio que promueve la articulación académica y permite a estudiantes estadounidenses participar en La Plata de un programa educativo para la formación y capacitación en derechos humanos, especialmente en el estudio de los procesos de memoria en relación a la última dictadura militar. En el marco de ese proyecto de intercambio, en 2008 un grupo de jóvenes seleccionados por la CPM viajaron a Estados Unidos. Ese grupo, conformado por estudiantes argentinos junto a jóvenes de W&M, conoció el National Security Archive (NSA), un organismo de la Universidad de Washington.
Aquella primera visita fue el inicio de un proyecto de cooperación para que, en calidad de pasantes, estudiantes de W&M trabajen con los archivos desclasificados de las agencias de seguridad. “Carlos Osorio, director del Proyecto Cono Sur del NSA, quedó impactado por el nivel de los estudiantes y propuso la idea de trabajar conjuntamente, así conformamos un programa de estudio donde jóvenes del College trabajaran con esos documentos para entender su significado y comprender la historia de América Latina a través de los archivos desclasificados y generar información de esos archivos”, recuerda Silvia Tendeciarz, profesora de W&M.
Once años después, son protagonistas del proceso de desclasificación de archivos de seguridad más importante de la historia de Estados Unidos: más de 43.000 fojas, con el 97% del contenido de los documentos revelados —es decir, presentados prácticamente sin tachados—, sobre la dictadura militar argentina. La desclasificación de ese material era un viejo anhelo de los investigadores y archivistas del NSA. “Carlos Osorio lo dice de esta manera: los militares hicieron desaparecer sus archivos, el registro del funcionamiento de la represión, quiénes eran responsables, quiénes las víctimas. Esta desclasificación hace posible que reaparezca esa trama de represión que implementaron y el registro de esa represión que buscaron eliminar”, destaca Tandeciarz.
Como lo evidencian los informes del archivo de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBBA), la información de los documentos de inteligencia fue un aporte fundamental para los juicios por crímenes de lesa humanidad; en 2009, mientras se trabajaba en un proyecto piloto para formalizar la colaboración entre W&M y el NSA, Carlos Osorio recibió el pedido de un fiscal de Argentina para identificar en los documentos desclasificados información que pudiera ayudar con el juicio Orletti.
“La urgencia del pedido nos hizo cambiar el proyecto”, afirma Silvia. En ese momento, la historiadora Betsy Konefal —que había sido incorporada al programa— y la estudiante que trabajaban en el proyecto piloto se pusieron a trabajar en ese pedido: “Se mandó un archivo descriptivo sobre la información encontrada y sobre su relevancia. Carlos declaró en el juicio”.
El semestre siguiente, Silvia Tandeciarz dirigió el proyecto Timerman: una colección de documentos desclasificados sobre la desaparición, tortura, cautiverio y expulsión del país del periodista Jacobo Timerman. Esa colección estuvo conformada por los documentos estadounidenses bajo la guarda del NSA, el archivo de la DIPPBA que gestiona la CPM y una cronología realizada por estudiantes de W&M. “Fue la primera vez que colaboramos entre las tres partes para dar testimonio y demostrar cómo los archivos desclasificados nos ayudaban a comprender con más profundidad esta historia. Si bien el caso era conocido, los archivos iluminaban una nueva complejidad”, valora Tandeciarz.
El trabajo con el archivo del NSA es parte de la carga del semestre para los estudiantes, que reciben tres créditos por el trabajo conjunto. “Hay una formación en la lectura de esos archivos, un proceso de catalogación y finalmente la definición de objetivos sobre elementos que nos interesa conocer. En estos años, fuimos sistematizando y completando el archivo de inteligencia de Estados Unidos con respecto a Argentina, amparándonos en el derecho de acceso a la información”.
Hace dos años, Carlos Osorio estaba esperando la desclasificación que se formalizó semanas atrás. La experticia desarrollada en todo este tiempo es un activo en el proceso de clasificación y difusión que sigue ahora: “Ya hemos publicado dos briefing books y estamos trabajando en un tercero. La idea nuestra es resaltar el carácter de la represión de la Junta Militar y ofrecer muchos más detalles sobre el tipo de violaciones a los derechos humanos que se estaban cometiendo”.
Jo, Lauren, Megan, Grayson, Emily y Kate forman parte del equipo de estudiantes de W&M que está trabajando con esta desclasificación, y también son algunos de los que participaron en el programa de intercambio de la CPM: “Para este proyecto con el NSA los estudiantes necesitan una formación previa, una apreciación sobre la historia de América latina. Los chicos que han estado en la Comisión siempre son los que más pueden aportar: tienen una formación profunda en este tema, llegan conociendo la historia y tienen ya una mirada crítica sobre esos documentos que están descubriendo”.
Los documentos de la represión
La colección desclasificada en un 97% está compuesta por documentos de 16 agencias estadounidenses, entre ellas la CIA, el FBI, el Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia de Inteligencia de la Defensa.
Sobre el contenido de este material, Silvia Tandeciarz destaca que, por primera vez, se tiene acceso al representante del FBI en Argentina durante la última dictadura militar, Robert Scherrer: “Es el puente con los organismos de inteligencia en el país. Constantemente mandaba cables secretos donde pasaba información a la Embajada, el departamento de Estado, la CIA”, resume.
“Uno de los documentos más impactante es el de Norma Arrostito. En los medios se mencionó que había muerto en un enfrentamiento. El cable de Scherrer dice todo lo contrario: según sus fuentes, hubo un simulacro de fusilamiento y ella, en ese momento, estaba siendo interrogada en un centro clandestino de detención. Es decir, los documentos secretos corrigen la información que quiso difundir la Junta Militar”, precisa.
Tandeciarz subraya también que en los documentos aparecen los nombres de las víctimas de violaciones a los derechos humanos y también de sus perpetradores, de los trayectos hacia los centros clandestinos de detención, los servicios de seguridad que lo tenían bajo su órbita e, incluso, de los responsables de los interrogatorios durante el cautiverio. “Muchas veces en esos cables dicen ‘sabemos que esta persona no va a volver a aparecer’”, agrega. Y reflexiona: “Sorprende la frialdad con que se refieren distintos diplomáticos a la violencia”.
La magnitud del material requerirá mucho tiempo para su revisión, clasificación y evaluación: “Hay que volver a los documentos para echar luz sobre los hechos particulares”, explica la profesora de W&M. En ese sentido, destaca el valor de ese trabajo como aporte al proceso de memoria verdad y justicia: “Será importante el aporte que pueda significar para los juicios ya que estos cables confirman cosas admitidas por el sector de inteligencia y que, en muchos casos, solo conocíamos por el testimonio de las víctimas”.
La condena de los crímenes de lesa humanidad es una de las formas de la reparación pero no la única y todavía hay muchas familias que buscan la verdad: “Será importante para los familiares que quieren saber qué pasó con sus seres queridos. Tenemos casos de documentos que mencionan detenciones de mujeres embarazadas y bebés nacidos en cautiverio”, sostiene Tandeciarz. Esa es otra de las deudas pendientes: más de 200 niños y niñas apropiadas aún no recuperaron su identidad.
Como sucede con los documentos sobre el terrorismo de Estado, esa información producida por las agencias estatales de seguridad e inteligencia son también una reserva de las memorias de la resistencia y la solidaridad: “También podemos ver cómo la atención al tema de derechos humanos de manera global fue sumamente importante para limitar la violencia; la violencia fue atroz, pero podría haber sido peor dado lo que se revela en los documentos”.
“En definitiva, creo que es un acervo documental sumamente valioso a nivel personal, político, hemisférico e internacional, tanto para el proceso de justicia como para la producción de conocimiento sobre los procesos democráticos y antidemocráticos”, concluye Silvia. En ese análisis más conceptual de la documentación, la profesora destaca el interés que estos documentos pueden despertar también en la sociedad norteamericana: “Creo que en EEUU se sabe muy poco sobre esto, sólo algunos que se han acercado a través del estudio o que tienen vínculo con América Latina; la desclasificación es importante porque muestra cuál fue la política externa de EEUU”.
Desde una perspectiva académica, Tandeciarz hace otra evaluación sobre cuán relevante es esa perspectiva del pasado en Argentina para pensar Estados Unidos hoy, y para pensar los procesos democráticos y la inteligencia. “Una cuestión básica de la democracia es el respeto a los derechos civiles y ciudadanos. Lo que pasó con el accionar de los servicios de inteligencia en la represión es que ignoraron todos estos derechos. Actualmente, muchas veces tenemos servicios que cooperan de formas extra legales y criminales para la consumación de las violaciones a los derechos humanos. Hay que poder contar con la legalidad de estos servicios, de lo contrario se deterioran los marcos de la democracia”.